lunes, 28 de marzo de 2011

Festín de gore y tetas, en "auténtico 3D"


Hablemos con franqueza. Nadie acude a ver cine en 3d con el propósito de disfrutar de una "buena película". Entiéndase "buena película" por el típico drama academicista o la culturetada de turno. Uno paga dos euros de más y se pone las incómodas gafitas en busca de un espectáculo directo y sencillo y para que le deslumbren con cosas saliendo de la pantalla, que le hagan estirar los dedos y sorprenderse como un niño de teta. Para eso se inventó el 3D, no nos engañemos. Al menos es así como yo lo entiendo. Lo del guión es un elemento secundario, aunque claro, si está trabajado, pues supone un aliciente. 

Alexandre Aja, autor de la recién estrenada Piraña 3D, ha comprendido esto a la perfección. En lugar de complicarse lo más mínimo con una historia elaborada, ha ido a tiro hecho, dando al público exactamente lo que quiere ver en una peli de este tipo e incluso más. Esto no significa que haya una mala historia y cinematográficamente el filme no valga un pimiento, ni mucho menos, pero aquí está claro que el atractivo principal son los culos, los melones, los chorretones de sangre y los bichos resaltados en 3D, y eso es justo lo que vamos a encontrar, y a patadas.

Sin embargo, y como esto es cine y no únicamente una atracción de feria, la cosa no se queda en el festín de carne y vísceras. Igualmente hay buenos chistes, personajes memorables (el de Jerry O´Connell se lleva el gato al agua) e incluso momentos de tensión bastante conseguidos. Esto es el auténtico cine en 3D; entretenimiento y espectáculo por encima de todo, pero aplicando cariño y criterio por lo que se hace. 

No obstante, y a pesar de lo expuesto, la película puede degustarse plenamente en dos dimensiones. Como ya he dicho, Piraña 3D no es sólo un espectáculo y ya está. La sinceridad, la falta de complejos y la diversión que destila esta película, atraparán asimismo a aquellos que no estén dispuesto a mirar a través de unas lentes especiales. Eso sí, se perderán parte de la gracia...

Un aspecto muy a destacar del efecto tridimensional son las escenas acuáticas. Deudoras de Tiburón (no en vano aparece Richerd Dreyfus al comienzo del filme), estas secuencias, gracias a la nueva dimensión, logran que el espectador se sumerja plenamente bajo las aguas, dando así al filme un plus en cuanto a ambientación y atmósfera, aunque los efectos digitales canten un poquito.

Lo reitero, no hay fraude alguno, el filme ofrece lo que promete, ni más menos. Los cinéfagos más descerebrados, cual voraces pirañas, se van a hinchar con este delicioso banquete de casquería, peces monstruosos, cuerpos serranos, las tetas de Gianna Michaels y toda clase de desnudos gratuitos como los que ya no se veían desde aquellos maravillosos y cansinos años 80. Y el resto de mortales también pueden ser partícipes de la fiesta si saben cambiar el chip y ver la película como lo que es: un desmadre sin complejos ni ataduras, con el único y fiel propósito de hacer pasar un buen rato, algo que consigue con creces.

Antaño detractor de lo tridimensional, ahora me retracto y opino que si el cine en tres dimensiones nos va a seguir ofreciendo obras como ésta, entonces digo sí a esta "nueva" forma de hacer películas. Aunque mucho me temo que la cosa continuará como hasta ahora y nos seguirán metiendo esta nueva tecnología con calzador en cualquier blockbuster que se estrene, aunque no lo necesite y no venga a cuento. El cine en 3D se inventó para películas como Piraña 3D. Ojalá vengan más.

Carlos Palencia

2 comentarios:

  1. Pues prometo que en cuanto vaya a verla, el primer sitio donde voy a comentarla es aquí, siempre me he fiado del criterio del Sr. Oso55.

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  2. Reitero todo lo expueto en la crítica. Un entretenimiento de primera, carente de pretensiones y con el 3D bien aprovechado.

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