miércoles, 16 de mayo de 2012

"Profesor Lazhar": Creciendo deprisa



La película más destacable de los estrenos del próximo viernes 18 es, en contra de lo habitual, una pequeña producción canadiense sobre el mundo de la infancia y la enseñanza: Profesor Lazhar.

La historia de este filme arranca en Montreal. Un hombre de origen argelino (interpretado por Mohamed Fellag) se presenta un día en un colegio como respuesta a una trágica noticia publicada en los periódicos: una maestra de primaria se ha ahorcado en su propia clase. El hombre, apellidado Lazhar, presenta sus credenciales como profesor y se ofrece a hacerse cargo de los alumnos de la fallecida.

La directora de la escuela le admite y decide reanudar la rutina de clases con prontitud sin introducir cambios en el aula afectada más allá de una nueva mano de pintura. Los chicos, de entre 9 y 10 años, deberán recuperar el ritmo de las lecciones y acostumbrarse a la misma velocidad al nuevo maestro, pero a la mayoría les resultará muy difícil quitarse de la cabeza la muerte de su líder académica.

La trama tiene un buen punto de partida, y el interés por la misma no decae a lo largo de su hora y media. Nos encontramos ante una mirada a la juventud y el aprendizaje en esos años en que la personalidad individual comienza a forjarse y que es propensa a sufrir marcas indelebles.

Quizá resuelta con menos profundidad de la esperada, esta cinta supone una buena puesta en liza de cuestiones que preocupan a todos los padres en el proceso de madurez de sus hijos, y que nos atañen a todos como seres humanos.

Profesor Lazhar juega con el punto de vista narrativo. Casi todo el tiempo somos guiados por la mirada del profesor, al que acompañamos en sus clases y contacto diario con los chavales, así como en sus disputas con el claustro de profesores, la directora y los padres de los niños a cuenta de los diferentes criterios educativos que unos y otros ven más oportunos.

Pero también se nos presenta el drama personalizado en un niño y una niña, los únicos que vieron colgada a su profesora en el aula unos minutos antes de que se iniciara la clase. La tragedia les alcanza de manera distinta. En el caso de él, este hecho ha hecho brotar un agudo sentimiento de culpa. Ambos deberán aprender a liberar sus fantasmas en un entorno que se lo pone difícil por ser niños, y en el que encontrarán un aliado: Lazhar.

El trasfondo del personaje del profesor, perfilado con los matices justos, se acopla muy bien a la situación de su grupo de alumnos pues, con el transcurrir del metraje, conocemos que también ha sufrido la tragedia en primera persona por un hecho acaecido en su país de origen.

A este respecto, la película viene a ofrecer un halo de esperanza ante la adversidad y los traumas individuales. Del mismo modo que ocurre con los niños en la escuela, comprendemos que el hombre está obligado a no parar de aprender y reinventarse. Lo que cada cual vive a lo largo de los años no tiene por qué suponer una garantía para saber afrontar los problemas o sobrellevar los momentos más complicados a los que la vida nos enfrenta.

La cuestión de fondo de Profesor Lazhar es la asunción de la muerte y cómo desde la niñez debemos, en primer lugar, conocerla para después aceptarla y vivir con ella. Nadie está exento de verse afectado por su sombra, pero parece que el tema sigue siendo tabú hoy en día. Nos resulta difícil hablar de la muerte abiertamente cuando, en el fondo, todos conocemos su carácter inevitable. Y quizá si contribuyéramos a normalizarla nos resultaría más sencillo acarrear la pérdida.

La película realiza además una crítica a lo políticamente correcto. Se incide sobre lo exagerado de las normas dictadas en la relación de alumnos y profesores, hasta el punto de que queda terminantemente prohibido cualquier contacto físico entre unos y otros, aun tratándose de muestras de afecto, consuelo o reprimenda. A este respecto, resulta cómico y esclarecedor el punto de vista aportado por el profesor de gimnasia.

El mensaje del largometraje es pues drástico acerca de la despersonalización de las relaciones humanas, una denuncia aún más señalada y descorazonadora por incluir a niños de por medio.

Profesor Lazhar ha sido distribuida por A contracorriente films, cuyos responsables la descubrieron en el pasado Festival de Cine de Locarno. Se trata del cuarto trabajo del realizador canadiense Philippe Falardeau, y es sin duda el que mayor éxito y reconocimiento le ha reportado.

Por su perfil, esta historia encajaba muy bien para haberse alzado con el Oscar a la mejor película extranjera en la pasada ceremonia de estos premios, donde figuraba entre las candidatas en la categoria. Pero el gran respaldo crítico y popular hacia la iraní Nader y Simin: Una separación le impidieron salir victoriosa.

Nos encontramos, en definitiva, ante un cine bienintencionado, necesario y diferente dentro de las propuestas semanales más predecibles. Un filme que plantea una reflexión haciendo uso de una puesta en escena sobria y sutil.

sábado, 12 de mayo de 2012

La Europa League es del Atleti. ¿Y ahora qué?


Esta semana ha resultado gloriosa para la familia del Atlético de Madrid. El club del Manzanares ha vuelto a hacer honor a su historia, han regresado los 'días de vino y rosas' y los atléticos han podido exorcizar ciertos demonios y redimir los pecados de una temporada más bien gris. Los hombres del 'Cholo' Simeone impusieron el miércoles su ley en la final de la Europa League, ganaron a la antigua usanza: seriedad defensiva, presión, ayudas y contragolpe mortífero.

La afición del Calderón está en todo su derecho de celebrar un título al que parece haberle cogido gusto la institución con dos entorchados en los últimos tres años. Lo triste, lo que empaña la borrachera de felicidad, es el futuro que se plantea para los 'colchoneros'. Si la afición no quiere volver a vivir una travesía por el desierto tiene que abrir los ojos, no dormirse en los laureles de la victoria y alzar la voz ahora más que nunca.

Mientras preparaba esta pequeña columna, he podido ver una entrevista en el diario As a Juan Luis Cano del dúo humorístico de Goma Espuma. En apenas dos minutos, Cano deja al aire descubiertas las miserias y problemas del Atlético actual. Me parece un documento de visión obligada. Si las claves del discurso de Juan Luis las tuviese claras la mayoría de la parroquia rojiblanca, tal vez el futuro sería un poco menos gris y más esperanzador. Dejo el enlace: http://www.as.com/futbol/video/rodeos-juan-luis-cano/20120511dasdasftb_25/Ves

Resulta triste y, si me apuran, indignante, que en la semana en que el equipo gana su quinto título europeo el consejero delegado Miguel Ángel Gil Marín se haya paseado por los medios vociferando que las grandes estrellas del equipo están en venta. Especialmente esperpéntico fue que lo hiciese incluso unos días antes de la final, como si no hubiese mejor momento y como si no pudiese desequilibrar al equipo, afortunadamente esto último no ocurrió. Parece que Miguel Ángel ya no engaña a nadie y así lo atestiguó la sonora pitada que recibió a su llegada a Barajas después del éxito en Bucarest. Resulta preocupante que Enrique Cerezo, el presidente, siga engañando a la gente, o al menos eso parece, porque no se oyeron tantas voces en su contra. La afición no debería olvidar nunca que el señor Cerezo también fue imputado por la Audiencia Nacional como cooperador necesario de Miguel Ángel y su difunto padre, Jesús Gil. Nunca está de más recordar lo que ya se ha señalado en otra ocasiones en este espacio, estos señores se apropiaron indebidamente del Club Atletico de Madrid S.A.D, fueron juzgados, condenados, pero el delito ha prescrito.

Pero el asunto principal no es ese ahora mismo. Lo que debe preocupar a los Atléticos no es que estos señores hayan dilapidado la historia gloriosa rojiblanca, que hayan saqueado el club, que lo hayan empequeñecido y que lo hayan caricaturizado. Todo eso ya es pasado. Lo importante es el futuro y evitar que la sangría continúe. El Atlético no es Gil, ni Cerezo, ni Falcao, ni Diego, el Atleti es mucho más que eso. Es el alma de su afición, es el espíritu de superación, es un escudo que pesa mucho y todo eso es lo que explica la victoria del pasado miércoles en Bucarest. De otro modo, sería difícil de entender cómo se pueden ganar dos finales en tres años con once jugadores diferente en cada encuentro. Ese enigma no lo descifra ni Iker Jiménez.
Busquen las "11 diferencias" con la imagen de arriba

Ese dato debería ser el que encendiese la luz de alarma entre el aficionado rojiblanco. No hay seriedad, no hay un proyecto deportivo, sólo intereses lucrativos, el titulo lo ha ganado el alma 'colchonera'. El problema es que Miguel Ángel Gil lo ha vuelto a dejar claro, quiere volver a jugar a la ruleta rusa, quiere empezar otra vez de cero. No le salen las cuentas, quiere vender todo, parece un cierre por liquidación. Quizás alguien debería explicarle que la deuda monstruosa con Hacienda es merced a su nefasta gestión y que ya puestos a recortar, podía bajarse su escalofriante sueldo de 1,5 millones de euros al año.

Gil Marín esgrime la deuda con Hacienda, las pérdidas y un modelo insostenible como motivos de una desbandada general el próximo verano. El consejero delegado habla de la entrada en Champions, ahora mismo perdida salvo milagro, cómo única salvación posible. Miguel Ángel es listo, sabe que eso es casi una quimera y ya está preparando el terreno ante la indignación del personal. Así tendrá más fácil vender, ingresar unas jugosas comisiones y seguir jugando a las agencias de compra-venta con su amigo Jorge Mendes. Ese es el mal que asola ahora a la institución, el que le puede llevar a la quiebra, un mal que los medios de comunicación no denuncian y si lo hacen es con la boca pequeña.

Si han llegado hasta aquí, seguramente esta tribuna les habrá parecido demasiado agorera. No teman, el club aparte de su alma, su afición y esa mística capaz de lo mejor y de lo peor, tiene motivos de esperanza. Quizás uno de los más grandes es su entrenador, al que injustamente me he referido poco durante esta columna. Simeone encarna todos los valores, todas las sensaciones y emociones del viejo Atleti, garra, orgullo, respeto por el rival y mucha pasión. Un espejo al que mirarse por parte de los jugadores y trabajadores de la institución. 

Atléticos, sigan disfrutando de este título que nada ni nadie les puede quitar. Esperemos que dentro poco tiempo, cuanto menos mejor, puedan ir a Neptuno a celebrar el título más importante, la marcha de esos que han saqueado su casa. Eso será mejor que una Champions, será como llegar a las puertas del cielo. Ese día la gloria del Atlético de Madrid volverá y sera el principio de muchas otras alegrías.

Pablo González Vázquez



viernes, 11 de mayo de 2012

La 32ª Liga del Madrid



El miércoles pasado el Real Madrid se proclamaba matemáticamente cmapeón de su 32ª Liga, a falta de dos jornadas para la conclusión del campeonato. Rozando los 100 puntos y con 117 goles a favor es un equipo que ha batido todos los récords y que ha superado a uno de los mejores equipos de todos los tiempos, el Barça de Pep Guardiola.

La pregunta es, ¿será recordado? El club blanco vive bajo la sombra de su entrenador, José Mouronho, quien acapara todas las portadas día tras día, haga  no haga, diga o no diga. Los que leen habitualmente este blog sabrán que aquí no somos especialmente seguidores del técnico portugués. No nos gustan ni sus formas, ni su estilo de juego.

Para bien o para mal, este equipo tiene el sello inconfundible de su entrenador. A lo que me refiero es que, pese a haber ganado con absoluta solvencia esta Liga, y habiendo vencido al Barça en el Camp Nou, la forma de jugar del Madrid no está a la altura de ese club. Muchos dirán (la mayoría de los madridistas), que lo importante son los títulos. Pues bien, si en el Madrid llenar la vitrina es tan necesario como que baje el número de parados en nuestro país, el cómo se consigue ese título también importa.

Mourinho juega como siempre, es fiel a su estilo. Equipos rápidos, fuertes físicamente, perfectos para el contragolpe y letales en tres toques. Con figuras de la talla de un inmenso Cristiano Ronaldo, Higuaín o Benzema, sin duda esto está cubierto. ¿Pero hay realmente un partido en estas 37 jornadas que podamos decir que ha sido memorable? Quizá el más divertido fue el del Valencia en el Bernabéu, donde se empató a cero. Pero no hay ninguno en el que el equipo merengue deslumbrara con su forma de jugar.


El partido del Camp Nou se ganó esperando atrás y, aunque fue superior a los culés, no podemos decir que "dominó" el partido. Es por eso para la próxima temporada, Mourinho debiera apostar por una mayor posesión de balón y por más centrocampismo. Xabi Alonso no basta por sí mismo. ¿Por qué no se ha confiado en gente como Granero o Sahin (elegido mejor jugador de la Bundesliga la pasada temporada) para llevar al equipo? ¿Por qué Mourinho apuesta más por gente con talento muy escaso como Khedira? ¿Y qué decir de Coentrao? El portugués, uno de los "Mendes Boys", ha jugado de lateral izquierdo, derecho, como mediocentro, de interior por la derecha... Y no ha hecho nada bien. Lo que recuerda la gente son sus pifias en las semifinales de la Champions contra el Bayern en la ida, y aquella foto en la que se le veía con un pitillo en las manos.

Y si el cómo se gana ha dejado mucho que desear en mi humilde opinión, qué decir de las formas. Que cuando se gana un título en San Mamés (primer equipo que no es el Athletic que lo hace) se celebre con un corte de mangas a un rival es lamentable. Me es indiferente que Javi Martínez llamara "hijo de puta" a Cristiano primero, pues él mismo se retrató diciendo eso. Pero el escudo del Madrid son mucho más que victorias, y hay que dignificar y honrar la camiseta que se lleva, que en este caso pesa mucho.Con este tipo de comportamientos barriobajeros, lo único que consigue Cristiano es que los aficionados rivales le odien e insulten aún más, en vez de aplaudir al superlativo juagdor de fútbo que es.


Puede que lo mejor de la temporada haya sido que Mourinho ha estado más tranquilo de lo normal. Empezó desbarrando con aquel dedo en el ojo del que será el nuevo entrenador del Barcelona en sustitución de Guardiola, Tito Vilanova, pero por lo general ha habido menos incendios. Quizás se deba a esa patética decisión de que hablara Karanka, su segundo, en vez de salir él ante los periodistas. Se dice, se rumores, que Mou tomó esta decisión después de que algunos miembros de la plantilla, como Casillas, Ramos o Alonso (los españoles) decidieran no seguirle en las consignas de criticar al árbitro y desviar la atención cuando el resultado no les favorecía. Sus jugadores le han dado una lección a su entrenador. El Madrid no se queja de los árbitros, igual que cuando gana no se acuerda de ellos. Esa estrategia es de equipos pequeños incapaces de reconocer sus errores. Como digo, algunos deben aprender aún la filosofía dle club en el que están, marcada por el respeto hacia el adversario, la humildad y la educación.


Los valores, esos que alguien como Casillas ha ineriorizado y que dignifica ese escudo allá donde va. Porque al capitán sí le importa el Marid. Para Mou sólo es una estación de paso hacia donde sea que dirija sus objetivos. Para el portugués es su séptima liga, poco importa dónde o cómo la haya ganado. Pero el Madrid es otra cosa, y merece mucho más de lo que Mourinho le ha dado. Esperemos que cambie.

Dani Medina

sábado, 28 de abril de 2012

El adiós al Pep


No por no ser esperada (pues se sabía que Guardiola tenía la idea de no prolongar su estancia en el banquillo culé durante muchos años), la renuncia del Pep a continuar como entrenador del F.C. Barcelona ha resultado menos impactante para el fútbol español.

El laureado técnico azulgrana argumentó ayer en multitudinaria rueda de prensa, con varios miembros de la plantilla incluidos, que su adiós ha venido motivado por el desgaste, y que después de estos cuatro años al frente del primer equipo se ha vaciado, y necesita llenarse.

Según el ex míster culé, la decisión estaba tomada desde el pasado septiembre, y así le fue anunciada al presidente Sandro Rosell poco después.

Uno puede entender que la presión que viven los entrenadores de los clubes europeos más exigidos es muy grande, y que ningún proyecto, por importante que haya sido, puede librarse del resentimiento. Con todo lo que este grupo ha conseguido, se entiende que la ambición del técnico y de los jugadores por ganar pueda verse claramente mermada; que las relaciones humanas puedan pasar por momentos más fríos (del técnico hacia sus jugadores y mandatarios) y que, como se ha visto, la categoría futbolística tampoco ha sido la misma que en campañas previas. Son factores que contribuyen a decantarse por una decisión de esta naturaleza, y si Guardiola la ha tomada será porque cree que hace más bien que mal a su club.

El legado de Guardiola en cuanto a títulos obtenidos es inigualable para el periodo de tiempo que ha dirigido al equipo, una cúspide para nuestra competición. Ni más ni menos que 13 copas (3 Ligas, 2 Champions, 1 Copa del Rey, 3 Supercopas de España, 2 Supercopas de Europa y 2 Copas Intercontinentales) le contemplan. Y la rúbrica puede llegar el próximo 25 de mayo en el Vicente Calderón. Sería una despedida a la altura.

Pero más allá de eso, lo que el aficionado recordará con admiración serán las cotas de gran fútbol logradas por el Pep en su perfeccionamiento del modelo barcelonista. La máxima expresión del fútbol creativo, de toque, de participación colectiva, de competitividad, de sacar el máximo rendimiento a tus hombres (él ha sido fundamental para exprimir todo el pontecial de Messi y ayudar a convertirle en el mejor jugador del mundo), de solidez defensiva y atacante, por encima de hitos de excelencia balompédica similares logrados por Johan Cruyff o Frank Rijkaard en la misma casa.

El nivel del fútbol alcanzado por el Barça con Guardiola al frente, sobre todo en su primera y tercera temporada, ha sido elevado por gran parte de los analistas y aficionados a lo más alto, y como tal permanecerá en nuestra memoria.

Me quedo además con otro aspecto. A pesar de que alguna vez se sobrepasó en protestas o reproches (más con la sangre caliente en el terreno de juego que desde la sala de prensa), Guardiola ha desplegado un comportamiento ejemplar en cuanto a corrección, sensatez y reconocimiento hacia los demás. Su imagen pública ha sido la del modelo de lo que debe ser un deportista íntegro, con el respeto y la coherencia como ejes. Eso, viniendo de un hombre que lo ha ganado todo, es difícil de ver. Y como tal le honra.

El impacto de la noticia en el extranjero contribuye a que los españoles nos hagamos una mejor idea de la dimensión de la figura de Guardiola en este periodo. La pasión por nuestros colores puede nublar nuestra capacidad de análisis en ese sentido pero, pese a rivalidades futbolísticas, nadie puede negar, ni siquiera el madridista más recalcitrante, que su trabajo  ha marcado una época. De hecho, muchos de esos seguidores resoplan por lo bajinis agradeciendo que su bestia negra abandone el barco y sueñan con un nuevo ciclo de dictadura blanca.

El futuro inmediato de la institución pasa por Tito Vilanova, un hombre criado igualmente en la Masía y que ha acompañado al Pep desde que entrenaron al Barça B en Tercera División. Parece lógico pensar que el modelo potenciado y mantenido por Guardiola tendrá una continuidad natural en la figura de Vilanova. Las diferencias concretas deberán ser apreciadas con el tiempo.

Guardiola ha demostrado que no es obligatorio ser una veterano de los banquillos ni experto en la alta competición para dirigir a un club grande. Más allá de eso, se trata de ajustarse a la idiosincrasia de la institución, empaparse de su historia, conocer la plantilla y categorías inferiores, mantener un perfil conciliador y, a partir de esa base, dar los pasos oportunos para crecer. No es nada sencillo, pero los que éramos escépticos cuando se anunció su llegada al banquillo azulgrana nos damos cuenta ahora de que él era el hombre.

Queda por saber si será capaz de adaptarse a otro fútbol y otras filosofías en próximas etapas que, habrá que esperar aún para confirmarlo, emprenderá en el futuro.

miércoles, 18 de abril de 2012

El espíritu de Juanito... otra vez


El Real Madrid, tras perder 2-1 en la ida de las semifinales de la Champions frente al Bayern, debe volver a encomendarse a su eterno 7 para darle la vuelta a la eliminatoria. Tendrá que tirar de esos tópicos de la "casta" y la "épica" y del famoso "miedo escénico" del Bernabéu. En Alemania no hizo los deberes y le toca jugársela en el examen final. Va a ser verdad eso de la "bestia negra" y de que Alemania no se le da especialmente bien a los blancos. Actualmente, cuando los de Mourinho son tan superiores en presupuesto y en calidad de la plantilla, tampoco ha podido ser. Fue un partido feo y ramplón, donde ninguno de los dos equipos quería arriesgar demasiado. Pensando en el partido de vuelta y en mantener la portería a cero. El centro del campo ha estado de más, y sólo algunos jugadores han sabido llevar peligro a la portería contraria.

Heynckes decidió jugar a la contra y poblar el centro del campo para incomodar al Madrid, y dejó que el peligro de los germanos fueran por las bandas, con Ribéry, Robben y Lahm llevando todo el peso del ataque. La primera jugada de peligro fue del Madrid, cuando Benzema recibió en profundidad de Özil, y su disparo dentro del área lo desvió Neuer a córner con una gran intervención. Alemania y el Bayern tienen portero para muchos años. Pero el fútbol, ya se sabe, es caprichoso y el primer gol fue para los bávaros. A la salida de un córner, Badstuber baja el balón (puede que con la mano) y Ribéry remata desde casi el punto de penalty. Luiz Gustavo estaba en posible fuera de juego y entorpeciendo a Casillas para ver la jugada, pero aquí no nos quejaremos del árbitro.

El Bayern se encontraba con su partido soñado, y el Madrid tenía que remontar. Tras el gol, los de Heynckes se vieron con espacios, más cómodos y salieron rápido en las contras. El Madrid lo intentaba, con CR7 lanzando alguna falta que previsiblemente acabó en las nubes. Los blancos no trenzaban ninguna jugada colectiva, se limitaban a subir el balón y a encomendarse a los de arriba. Benzama estuvo especialmente bien durante el encuentro, moviéndose por todo el área y llevando el peso del equipo.

Ya en el segundo tiempo, los de Mourinho consiguieron empatar. Özil remata en línea de gol tras un pase de Cristiano, al que se la había puesto el omnipresente Benzama. 1-1 y la eliminatoria estaba encarrilada. El problema es que los merengues lo sabían y se confiaron. El Bayern les estaba haciendo un traje por las bandas. Si no era Ribéry, que sacó de quicio a Arbeloa, eran Robben y un inspiradísimo Lahm por la derecha, que desesperaban a Coentrao. Mario Gómez el "español" del conjunto germano, traía de cabeza a Casillas con sus remates dentro del área.

Xabi Alonso y Khedira se limitaron a defender. Ninguno de los dos llevó la manija del equipo. Hubo momentos en los que el Madrid jugó a pelotazos, contento con haber hecho el gol que necesitaban fuera de casa. Alonso vio la amarilla y puede perderse la final (si los blancos llegan) en caso de ver otra en el partido de vuelta. Ramos pudo ver la roja en una entrada salvaje a Müller, por detrás y sin balón, que se quedó en amarilla. Webb estuvo especialmente condescendiente, pues el sevillano debería haberse ido a la calle.

Incomprensiblemente, Mourinho cambió a Özil por Marcelo, dejando en el campo a Coentrao, que parecía el duodécimo jugador del Bayern. Lo de este jugador no tiene nombre. Costó 30 millones y no sirve ni para defender ni para atacar. Fue un capricho personal de Mourinho, no sabemos si por orden o sugerencia de su amigo y agente Jorge Mendes. Coentrao no tiene nivel para un Real Madrid, mucho menos para ser titular. El portugués, durante la presente temporada, ha dado más que hablar por la foto en la que se le ve fumando que por su buen juego, que es inexistente. Que se quede con su paquete de Marlboro, pero que no intoxique al Madrid.

En los minutos finales, el ínclito Coentrao se rompe la contura ante Lahm, que centra para que Mario Gómez, un tipo de casi dos metros, remate a bocajarro ante Casillas y haga el segundo para el Bayern. No sabemos si Mou le tomará la matrícula a su compatriota como hace con otros jugadores (sobre todo si son españoles), pero su alineación y su falta de ambición son también culpables de esta derrota. Mourinho es especialista en salir demasiado conservador en los partidos de ida, valorando más no recibir goles que anotarlos. Una filosofía impropia del Madrid, que mereció perder, pues, aunque tuvo en cómputo global más ocasiones que su adversario, no remató el partido cuando pudo hacerlo.

Con 90 minutos por delante, y siendo el poderoso Real Madrid el que se juega en su casa el pase a la ansiada final, no podemos desconfiar de este equipo. Pero el sábado hay un partido decisivo contra el Barcelona, ya veremos cómo llegan los blancos el miércoles a este encuentro. Habrá que invocar a Juanito, quizás él tenga la receta para llegar, de nuevo, a Múnich.

martes, 27 de marzo de 2012

El paréntesis de "Mad Men"


Para la lectura de este post, nos tendréis que conceder una licencia. No vamos a hablar de fútbol ni de cine como es menester, sino de una serie. Sí, esos programas distribuidos en capítulos y que se emiten en un aparato llamado televisión, como decían en Pulp fiction. Ese concepto audiovisual llamado serie que siempre me pareció un género menor, asociado a una duración interminable, sinónimo de desinterés, rutina y pérdida de tiempo. En definitiva, series que hace tiempo me negaba a ver.

Pero el panorama ha cambiado sustancialmente de unos años para acá. Se ha producido un salto de calidad en la televisión americana iniciado por el canal privado HBO con productos como A dos metros bajo tierra, Deadwood o Los Soprano. La respuesta del público ha sido muy favorable, hasta el punto de que otras cadenas han seguido su modelo y compiten por una oferta de calidad ante los canales convencionales.

En contra de lo tradicional, muchos profesionales denostados del mundo del cine buscan ahora refugio en la series, y otros que triunfan en la gran pantalla se han reconducido en su apuesta por explorar el formato televisivo en incursiones más o menos prolongadas: Alan Ball (A dos metros bajo tierra y True blood), Scorsese (Boardwalk empire), Tom Hanks y Spielberg (Band of brothers y The pacific), Frank Darabont (The walking dead), Michael Mann, Dustin Hoffman y Nick Nolte (Luck, aunque ésta ha sido retirada recientemente).

Más que nunca, se presta una especial dedicación a aspectos narrativos y de construcción de guión, al mismo tiempo que se trabaja en cuestiones graves, con sentido dramático y originalidad. De este modo, el acabado final de las mejores series (atendiendo al libreto, interpretaciones y puesta en escena) no desmerece ni mucho menos de cualquier película producida hoy en día. Carlos Boyero suele repetir: "El mejor cine de la actualidad se hace en las series norteamericanas". Por casos como el de Mad men, que es el que nos ocupa, empiezo a estar muy de acuerdo.

Su creador es Matthew Weiner, guionista de Los Soprano que tuvo que buscar financiación y acogida para su propio proyecto en otra cadena ante la negativa del estudio para el que trabajaba, HBO. Fue la AMC quien, con buen ojo, aceptó hacerse cargo de esta historia sobre unos creativos publicitarios (autodenominados Mad men), trabajadores de una agencia en el Nueva York de mediados del siglo XX.

El show se construye a partir de un asunto fascinante y perfectamente coherente: la diferencia entre imagen y realidad. Pues, ¿qué es sino la publicidad? Los creativos de Sterling Cooper diseñan campañas para sus clientes con el objetivo de aumentar las ventas del producto de turno o de respaldar a alguna personalidad política. Venden una imagen al exterior asociada a una idea, un valor añadido, que reporte beneficios a sus clientes y, al mismo tiempo, les otorgue distinción y notoriedad.

En el fondo, hablamos de las apariencias. El leitmotiv de Mad men, plenamente inspirado y plasmado, es equiparar la idiosincrasia del universo publicitario con la vida de los encargados de crear esas campañas. La existencia de los personajes, como la de los conceptos que manejan, son de cartón piedra. Debajo de su estilosa fachada hay un gran vacío. Su vida y las relaciones que establecen entre ellos son pura oquedad, no responden más que a impulsos en base a ambiciones particulares.

El día a día en la agencia es una sinécdoque sobre la naturaleza del individuo que nunca pasa de moda.

La serie está ambientada en los años 60, un tiempo en el que la publicidad destilaba auténtico glamour. Otro atractivo es asistir a hechos históricos que marcaron la sociedad estadounidense a los que los protagonistas no pueden ser ajenos: elecciones presidenciales, guerras, magnicidios, conflictos de repercusión mediática... Todo ello añade agitación a una época de confusión y altibajos regida por el profundamente superficial sueño americano. Entonces, lo políticamente correcto estaba aún más acentuado que ahora.

Pero, como todos sabemos, el ser humano es complejo e inconformista. Y nadie más que el protagonista de Mad men, Don Draper, personaje lleno de aristas, tremendamente ambivalente, que bajo su coraza de infalible creativo publicitario, carácter duro e impecable imagen esconde otro yo lleno de dudas e inseguridades. Un reverso desconocido para los que le rodean cuyo afán es sentirse libre, sin compromisos que atender ni responder ante nadie. Esta personalidad siempre acaba saliendo a la luz y ni siquiera el propio Draper puede controlarla.



Sin duda es lo que termina de convertir a Mad men en una gran serie: su enormemente logrado protagonista que, debido a sus vaivenes emocionales y pese a su despotismo e inflexibilidad, nos inspira compasión. El deseo de acompañarle en sus andanzas y la expectación ante el devenir de su futuro provocan un enganche irremediable.

Desde luego, Don Draper es un caramelo para cualquier intérprete. Nadie puede imaginarse ahora a otro actor dándole vida que no sea Jon Hamm, quien por otro lado apenas se prodiga en la pequeña o gran pantalla. Aparte de encajar perfectamente con el look del personaje, la magnitud de su trabajo a nivel emocional es tremenda. La hondura que aporta Hamm para retratar el conflicto de sentimientos de Draper, desde su clase y autoconfianza hasta los momentos más bajos, supone un curso de enorme humanidad que cala en el espectador.

Simplemente diré que me parece una de las mejores interpretaciones que he visto en el cine o en la televisión de cualquier época.

El resto de personajes que pueblan el reparto de la serie resulta igual de interesante y trabajado. En cuanto a las mujeres, tenemos a Betty, la mujer de Don y madre de sus dos hijos, que pese a su vida objetivamente perfecta, no termina de alcanzar la felicidad y sospecha que su marido le es infiel. Está Peggy, secretaria de Don que parece dotada de un gran talento para la publicidad; y Joan, cuyo relevante cargo y belleza prototípica no le suponen ninguna ventaja para encontrar su sitio en la vida ni a nivel sentimental, como también ocurre con las dos anteriores.



Todas ellas se sienten minusvaloradas en un entorno ciertamente machista donde los hombres llevan siempre la voz cantante mientras manejan la botella o el cigarrillo oportunos. Uno de ellos es Roger Sterling, cofundador de la agencia y responsable de la cuenta de Lucky Strike, la más veterana y que más réditos les reporta. Otro personaje importante es Pete Campbell, de carácter arribista, recién casado y muy dotado para las relaciones públicas.

La progresión desde la primera a la cuarta temporada ha sido magnífica. Poco a poco hemos ido conociendo mejor a todos los participantes en esta batalla por la gloria profesional y la estabilidad emocional que, como suele ocurrir, acaba reduciéndose a una lucha por la supervivencia. La serie ha mantenido su loable nivel con el paso de los años, creando nuevos ángulos argumentales que mantienen el interés y amplian poco a poco el espectro.

Quizá a Mad men le falte más mala leche, pues podría ir un paso por delante y hacer de su mundo un lugar más descarnado. A veces da la sensación de que no se quiere echar pimienta en demasía cuando la tragedia es susceptible de alcanzar una categoría superior. Asimismo, algunos flashbacks no son muy eficaces, sobre todo los referidos a la infancia de Draper, y acaban lastrando en parte el conjunto. Aunque con el paso de las temporadas estos se han ido dosificando.

De todos modos, las virtudes del show están muy por encima de cualquier pega que podamos hacerle. Destaca en especial la colosal labor del equipo de guionistas, siempre sutil, de plena atención a los detalles, en la que imprimen un tempo narrativo que acrecienta las insinuaciones y el poder de sugerencia. Además, su ambientación, vestuario y peluquería retro son tan inspirados que cuesta hacerse a la idea, al ver a los actores concediendo entrevistas actualmente, de que son coetáneos nuestros.

El estreno del doble episodio con el que se ha inaugurado la quinta temporada en Estados Unidos ha logrado el récord de audiciencia para la serie con 3,5 millones de espectadores, un 21% más que el primer episodio de la temporada anterior, según cuenta lainformacion.com. Sin embargo, el show no es ni mucho menos de los más seguidos en la televisión americana. The walking dead, también de la AMC, reunió a 9 millones en el capítulo final de la segunda season.

La serie ha pasado por un parón de 17 interminables meses. No se cumplieron las fechas previstas de rodaje debido a desavenencias entre Weiner, los dueños de AMC y los de Lionsgate, el estudio de grabación. Esto ha repercutido en recortes presupuestarios y de elenco, además de renegociaciones contractuales. No sin tensiones y con la pertinente demora que ha mantenido a mucha gente enervada, la nueva hornada de capítulos ha podido realizarse y empezar a emitirse.

Habrá que ver en qué medida estos tiras y afloja económicos afectan a la serie que, según ha comentado su padre artístico, finalizará a la conclusión de la séptima campaña.

Cuando me siento a ver un capítulo de Mad men no tengo la sensación de estar ante una serie de televisión, sino frente a una película alargada. Sus señas de identidad son cine en estado puro, y son, efectivamente, las del mejor cine.

The Artist. Éxito calculado


Sé que hablar de "The Artist" a estas alturas resulta raro. Se estrenó a mediados de diciembre y ganó el Oscar hace casi un mes. Y efectivamente, esta reflexión debió llegar antes, por lo que pido perdón a nuestros lectores. Esto no es una crítica como tal de la película, sino una pequeña reflexión sobre cuán arriesgada y transgresora es "The Artist".

Desde que el año pasado se proyectara por primera vez en Cannes con un éxito rotundo, con críticos admirados como Carlos Boyero que se deshacían en elogios hacia el filme, la expectación ha sido máxima. ¿Una película muda y en blanco y negro en pleno siglo XXI? Lo del blanco y negro, es cierto, se usa de vez en cuando, pero no es habitual. Pero ya lo de rodar sin diálogos parece algo completamente superado. Una película francesa se atrevía a romper con lo "establecido" y desafiaba al público con algo a lo que no están en absoluto acostumbrados a ver en una pantalla de cine. En España este tipo de películas se emiten en canales especializados o de servicio público como La 2, que ya veremos si sobrevive a los famosos recortes. ¿Hace falta decir que ninguna cadena comercial se atrevería a emitir una película así en horario de máxima audiencia? Se habla mucho de Charles Chaplin o Buster Keaton, pero reconozcamos que salvo los cinéfilos de pro, la gente los conoce más de oídas que por haber disfrutado de sus películas.


Así que, como decía, un director llamado Michel Hazanavicius decide ir a contracorriente y hacer exactamente lo que el público no pide, o ni siquiera recuerda. Valiente, demente, irresponsable. Supongo que muchas de estas cosas le dirían algunos productores, que seguro se negaron a financiar algo que no estaba tan claro que pudiera llenar las salas. Esos productores se equivocaban. No porque la película de Hazanavicius fuera gran cosa, que no lo es, sino porque este señor no era un temarario o un loco. Sabía muy bien que su película sería un éxito, precisamente porque recuperaba algo que ya no se hacía.

No digo con esto que el realizador francés supiera que iba incluso a arrasar en los Oscar. Pero me atrevo a asegurar, que en su inteligente cabeza flotaba la idea de que la crítica la alabaría y el boca a oreja haría el resto. ¿Es "The Artist" una mala película? En absoluto. Está bien contada, tiene una buena puesta en escena, los actores están especialmente inspirados, donde destacan los dos protagonistas Jean Dujardin y Bénérice Bejo y es entretenida. Pero en absoluto es una obra maestra. Para empezar, es una historia mil veces vista sobre un hombre que lo tiene todo, que por circunstancias se queda sin nada, y que vuelve a tener éxito después de algunas penurias. Todo ello, con la siempre manida relación amorosa donde el chico y la chica acaban juntos. Filme buenrollista, de esos de los que la gente sale encantada, con un final dulce y almibarado. Pero no es la historia en sí la que triunfa. Si esto se hubiera contado de la manera actual, en color y con sonido, nadie hablaría de ella. Triunfa porque es muda y en blanco y negro.


Los Weinstein supieron verlo. Precisamente como es algo que ya no se hace, es justamente por lo que se hablará de ella. No se equivocaron. Sabían que esa historia repetida hasta la saciedad y en absoluto original encandilaría a las masas. Por otro lado, ¿es una película muda y en blanco y negro lo que el público demanda, se habrán aficionado a esta clase de películas? Para nada. La gente va por las nominaciones, por los posteriores premios, por lo que ha visto, leído u oído. Van al cine porque es en blanco y negro y muda, pero porque es moderna. Si esta historia estiviera rodada hace 80 años y se la pasaran por La 2, pulsarían otro botón de su mando a distancia y verían el reality o el talent show de turno. "The Artist" no ha hecho nada por el cine clásico, lo ha explotado y ha aprovechado el momento. Una impostura, donde importa más el "cómo" que el "qué" nos cuentan. Sé que ahora la mayoría de filmes son lo de siempre y destacan por sus efectos especiales y por su "envoltorio". Pero "The Artist" es una chocolatina a la que le quitas el papel y resulta que no hay nada, que no hay nada que llevarse a la boca, porque es por el envoltorio por lo que te la has comprado, no por el sabor de su chocolate. Esta "maravillosa" y "conmovedora" cinta no ha hecho nada que en más de un siglo el cine no haya hecho. Pero vende algo antiguo como algo nuevo y te forrarás.

Pasa en la actual sociedad, Triunfa lo que se hizo hace años por una cuestión de moda, de pose. Es cool tener unas All Star, molan mucho las míticas Ray Ban de piloto a lo "Top Gun". ¿Por qué? Porque unos listos llegaron y dijeron que esto tenía que volver porque "es lo que se lleva ahora". Y Hazanavicius que es muy listo, aprovechó esa nostalgia que flotaba en el aire para llenarse los bolsillos. La diferencia es que la gente no llegará a su casa y buscará como loca a Chaplin o a Keaton, sólo esperarán a que "The Artist" salga por la tele. Y las cadenas sólo querrán emitir una película así si se llama "The Artist". ¿Amor por el cine? Más bien amor por lo moderno con envoltorio de antiguo. Que no nos engañen.

Dani Medina

martes, 20 de marzo de 2012

"Frases de fútbol", de Miguel Gutiérrez

"Frases de fútbol" es el primer libro publicado por el periodista Miguel Gutiérrez. Esta obra se apropia de un buen número de citas con el balompié como núcleo central para llevar a cabo el que, parece ser, verdadero propósito del autor: la narración de historias futbolísticas sobre personajes conocidos y eventos concretos que marcaron un antes y un después en este deporte.

La mayoría de las citas enunciadas por Gutiérrez resultarán familiares para los aficionados, pues muchas de ellas han trascendido las sucesivas décadas competitivas. La novedad es presentar el contexto en el que fueron emitidas, aprovechando para contar la trayectoria de sus creadores y ciertas anécdotas que ilustran su personalidad.

Estamos ante un relato de puro entretenimiento, una crónica nostálgica que destila sarcasmo y que, sin duda, resultará ameno para todos los interesados en este mundo. Sin embargo, la naturaleza del proyecto, la narración de hechos consumados por encima de cualquier atisbo de creación propia, deja poco espacio a la sorpresa. Por tanto, serán los poco iniciados en historias pretéritas sobre fútbol quienes le sacarán más jugo al volumen.

Estas "Frases de fútbol" se perfilan como un documento recopilatorio de reflexiones profundas y salidas de tiesto encuadradas en una serie de semblanzas de personajes importantes para este deporte como Diego Armando Maradona, George Best, Menotti y Bilardo (en su duelo de egos y filosofías) o Bill Shankly, la mítica figura que convirtió al Liverpool en uno de los clubes más laureados del continente europeo.

Los mejores momentos del libro están dedicados a los técnicos, una sección glosada por la figura del entrenador-estrella. Nombres como Helenio Herrera, José Mourinho o Brian Clough (que logró la gesta jamás igualada de ascender a un equipo, el Nottingham Forest, haciédolo ganador de la liga el primer año y más tarde de dos Copas de Europa). Todas estas personalidades controvertidas sin las que, nos damos cuenta, la salsa del fútbol perdería mucho condimento. Y quizá libros como éste nunca serían escritos.

Personalmente, se echa de menos algún capítulo dedicado a Luis Aragonés, un hombre ambivalente y que hizo historia en el fútbol español, por encima de alusiones a John Benjamin Toshack o Javier Clemente, cuyo pensamiento resulta tan cuadriculado como su idea del fútbol y, por tanto, de escasa aportación.

Aun así, los saltos temporales y de latitudes que se suceden a lo largo de sus páginas consiguen abarcar lo más destacado del recorrido futbolístico universal, destacando especialmente el apartado dedicado a la Copa del Mundo, glosado por anécdotas muy interesantes respecto a los primeros campeonatos de esta competición, cuyo punto de partida se sitúa en Uruguay (1930).

Por otro lado, da miedo leer una tras otra las citas de Jesús Gil. Por costumbre, solemos quedarnos con la cara positiva de ciertos personajes famosos difuntos hasta que alguien nos refresca la memoria sobre los fundamentos que contribuyeron a crear una personalidad abyecta. Esto puede suceder con el ex presidente del Atlético de Madrid, cuya larga y nociva sombra parece aún posarse sobre la ribera del Manzanares.

Gutiérrez es también el creador del gran blog "La libreta de Van Gaal". Aunque últimamente poco actualizado, este espacio posee un carácter imprescindible como seña analítica del estado de la prensa deportiva actual, donde los intereses comerciales de los medios de turno priman sobre la independencia, y la opinión y el oportunismo sobre la reflexión. Su análisis concienzudo y documentado crea en el lector un alto desencanto acerca de la cobertura actual que rodea al deporte rey.

Con prólogo de Vicente del Bosque y concluyendo con una antología que reúne citas de diversa naturaleza con la idiosincrasia futbolística como eje, "Frases de fútbol" queda como un buen libro iniciático y de consulta donde no faltan el "miedo escénico", el "se juega mejor con diez que con once jugadores" o aquello de una cuestión "no de vida o muerte, sino mucho más importante".

martes, 13 de marzo de 2012

A propósito del "Cholismo"

Mi escepticismo era total cuando se anunció la llegada al banquillo atlético de Diego Pablo Simeone. El clan formado por Miguel Ángel Gil y Enrique Cerezo, probablemente con mucho pesar para sus bolsillos, decidió cesar a Gregorio Manzano después de un vulgar bagaje liguero y la eliminación en la Copa del Rey a manos de un 2ªB, el Albacete. La sensación de deriva colectiva de este club, un año más, era absoluta, pero siempre cabe la posibilidad de ir de mal en peor.

Contagiados por ese desaliento que apenas insufla aire a las velas rojiblancas desde hace interminables campañas, la apuesta por el argentino como maestro y comandante del vestuario sonó a medida populista y evidente. Cualquier aficionado avispado podía imaginar que el “Cholo” iba a acabar, más pronto que tarde, en el Calderón pese a una trayectoria previa como entrenador (a caballo entre Italia y Argentina) corta y discreta.

Pasado un tiempo valorativo, el trabajo de Simeone está dejando una grata impresión, algo que, a buen seguro, habrá sorprendido a los responsables de aquella decisión y a esa parte de los seguidores rojiblancos no adscritos al “callismo” que ya no pasan una a sus dirigentes. Aquellos que creen que un Atlético de Madrid libre de malos gestores es posible y asocian la recuperación de la grandeza de antaño a un cataclismo paralelo en los despachos.

Y es que el desencanto viene de largo. Pese a la obtención en 2010 de la Europa League, la Supercopa de Europa y el subcampeonato de Copa, el triste noveno puesto de la clasificación de Liga aquel año se acercaba más a la realidad colchonera de los últimos lustros, caracterizada por la mediocridad y la falta de un proyecto madre. No era de recibo festejar demasiado un éxito con sabor a precariedad amasado en competiciones de eliminación directa frente a los vaivenes en el torneo de la regularidad, el que de verdad te mide y te dice con quién andas y quién eres.

El año comenzó con la marcha de Agüero, Forlán y De Gea. La pira. Se contrató a Manzano (que dejó al equipo séptimo en la temporada 2003-04) mirando de reojo la oportunidad de negocio con su representante, Manuel García Quilón. Gasolina. Hasta que la situación reventó con la eliminación en el torneo del K.O. y la derrota liguera en casa ante el Betis. La mecha. Más tiempo, inversión y expectativas reducidos a cenizas.

En estas que llegó Simeone. El buen recuerdo dejado en la memoria de la afición era un primer paso para allanar su retorno, aunque nada práctico, en principio. Con las medias puestas, el “Cholo” es recordado como un futbolista de corte destructivo que daba equilibrio al conjunto y aportaba espíritu de lucha. Un jugador que, sobre todo, se hizo indispensable en el vestuario por una cuestión: el liderazgo, tan necesario en todo grupo.

Cuando los ánimos estaban más bajos que nunca, el “Cholo” ha sido capaz de recuperar la mentalidad de los jugadores, las ganas de combatir y la entrega común. Esto que parece poco y algo a presuponer en cualquier escuadra representa todo un mundo en el caso atlético. El entrenador quiere ante todo compromiso, por lo que no le faltó tiempo para mostrarle al taciturno Reyes la puerta de salida del club.

Otro logro indiscutible del argentino ha sido dotar de consistencia defensiva a la zaga. Así lo demuestran los seis partidos consecutivos en Liga sin recibir un gol: Málaga, Villarreal, Real Sociedad, Osasuna, Valencia y Racing. En la Europa League se ha hecho un trabajo impecable con tres victorias seguidas (alcanzado la excelencia futbolística con aquel 1-3 en Roma frente a la Lazio) y, de momento, sólo ha encajado una derrota: ante el Barcelona.

Simeone ha repetido varias veces en rueda de prensa que prefiere jugar mal y ganar. La realidad es que el equipo no sólo no juega mal, sino que lleva el peso de los partidos, trenza jugadas, elabora y presiona como pocas veces se le ha visto en los últimos tiempos. Aunque el perfil en los banquillos del “Cholo” corra el riesgo de asociarse a su idiosincrasia como jugador, éste ha entendido que todo entrenador debe amoldarse a los futbolistas de los que dispone. El porteño pone a los mejores y deja hacer, una decisión no tan sencilla de tomar como parece y que se antoja a la altura del club al que representa.

El sistema del equipo parece consistente con puestos inalterables: Godín y Miranda son la pareja de centrales; Gabi maneja en el mediocentro; Diego es la pieza clave como enganche-cerebro en la mediapunta y Adrián y Falcao resuelven arriba. Es un plan. Tanto Quique Sánchez Flores como Manzano fueron incapaces en su momento de decantarse por una alineación tipo. Sus cambios en el once fueron innumerables.

Otro acierto loable ha sido la apuesta por Juanfran en el lateral derecho en detrimento del portugués Silvio. Hasta ahora, el ex de Osasuna ha respondido de maravilla tanto en defensa como en ataque. Su extraordinaria carrera en el minuto 90 del pasado domingo para dejar en bandeja el segundo gol a Falcao ante el Granada es sólo un ejemplo del gran rendimiento ofrecido en una demarcación nueva para él.

El balance de la trayectoria del técnico deberá hacerse a final de temporada. Entonces sacaremos conclusiones. Pero ante todo lo que se le exige al Atlético de Madrid es construir por fin un proyecto sólido y continuo con una cabeza visible al frente, una mentalidad, unos jugadores. Y, mientras tanto, que los inevitables dirigentes asomen la jeta lo menos posible.

Todo ello contribuirá a que los atléticos recuperen la añorada ilusión en pequeñas dosis.

viernes, 9 de marzo de 2012

De "diablos rojos" a monjas de la caridad

Anoche en Old Trafford se vivió algo muy especial. Era una de esas noches futboleras en las que sabes que algo grande puede suceder, y así fue. Habían pasado más de 50 años desde que Manchester United y Athletic de Bilbao se habían enfrentado en competiciones europeas. Ya era hora de volver a vivir aquello.

Mientras el ManU se ha convertido en un equipo todopoderoso, con uno de los grandes presupuestos mundiales más elevados; con superestrellas que valen y cobran una fortuna; con un entrenador como Alex Ferguson que lleva casi treinta años en ese banquillo y han ganado todo lo ganable, el Athletic ha tenido que reinventarse año a año. Limitado por su filosofía histórica, los leones han tenido que pescar en País Vasco y alrededores, y sobre todo, mimar y cuidar su cantera, para confeccionar una plantilla competitiva año a año. Junto con Madrid y Barça es el único equipo que no ha bajado a Segunda División, lo que da cuenta del mérito de los rojiblancos, pues su presupuesto es nulo en comparación con éstos.



La llegada de Josu Urrutia supuso un cambio traumático en el club. Y es que Urrutia apostó por el argentino Marcelo Bielsa para entrenar al equipo, en sustitución de Joaquín Caparrós. Es decir, una filosofía completamente distinta. El juego directo, físico y de contragolpe que ha marcado la historia del Athletic, se veía "amenazado" por un entrenador al que le gusta el trato del balón, la posesión, el juego de ataque y alegre. No es de extrañar que Guardiola quisiera ficharlo para el Barcelona, cuando iba como director deportivo en la candidatura de Lluis Bassat.

Como todo comienzo, Bielsa lo pasó mal en los primeros partidos de la temporada. Los jugadores aún no se habían hecho a su filosofía, y en San Mamés se echaba de menos al práctico Joaquín Caparrós. Pero l0s resultados llegaron y el Athletic, sin hacer tampoco una campaña espectacular en cuanto a resultados, sí destacaba por su juego. Actualmente es quinto a un punto de Europa, pero es que la Liga del cuarto al antepenúltimo se mueve en una hoequilla de 11 puntos en la que dos victorias te acercan a Europa y dos derrotas te hunden en la tabla.

Con estas mimbres, y tras llegar a la final de Copa del Rey en la que se enfrenatará al Barça el 25 de mayo en el Vicente Calderón (decidirlo ha sido peor que un parto), llegaban los octavos de final de la Europa League, la antigua UEFA, cada vez más atractiva y emocionante. Si además, equipos tan poderosos como los dos de Manchester caían en Champions y tenían que jugar en la "hermana pequeña", el atractivo de la competición subía muchos enteros.


En Old Trafford había 8.000 aficionados rojiblancos, que no dudaron en acompañar a su equipo. Y los jugadores no les defraudaron. Desde el primer minuto los de Bielsa dejaron bien claro al segundo de la Premier, que no habían venido a ver Old Trafford de excursión, habían venido a ganar y a competir. El Manchester salió al campo como dormido, o esperando un rival más cómodo. Con el escudo no se gana. No obstante, fue Rooney quien hizo el primer gol del partido, tras un rechace de Gorka a un disparo del Chicharito Hernández.

Pero el Athletic, lejos de venirse abajo ante semejante rival y en ese estadio, siguió a lo suyo: a mantener el balón, a tocar, a triangular. El Manchester United se limitaba a correr tras el balón. El empate llegó al filo del descanso cuando Susaeta colgó un balón desde la banda derecha para que Llorente lo rematara de cabeza. Imparable para De Gea, que evito un escándalo para los suyos.

La segunda parte fue un recital de los vascos, que humillaron y dieron una lección de fútbol a los "diablos rojos". Hubo momentos en que parecía un rondo de entrenamiento de la cantidad de veces que tocaban el balón, y no un partido de la máxima exigencia. Si encima tus seguidores gritan tanto que parece que juegas en tu casa, es imposible no venirse arriba. El segundo gol del Athletic, fue una jugada de combinación perfecta donde hasta cuatro juagadores tocan el balón al borde del área, culminado con un pase magistral de Muniain (llamado a ser una estrella en esto del fútbol), que De Marcos remata, todo hay que decirlo, ligeramente adelantado. El gol no era justo, pero el resultado sí.



El ManU, completamente superado, vio como su Teatro de los Sueños se convertía en el Teatro de las Pesadillas. En el 89, esta vez Muniain, que merecía el gol, llegó a un rechace e hizo el tercero, entre otras cosas, porque la defensa de los ingleses se confió, o porque estaba exhausta. 1-3, y la eliminatoria estaba inmejorable. Pero los grandes, si por algo destacan, es porque su pegada y sus estrellas les permitan crear peligro aún cuando parecen moribundos. El United se encontró con un penalti ya en el tiempo añadido. San José toca el balón con la mano y el árbitro señaló la pena máxima, que Rooney no falló. 2-3.


A pesar de que la eliminatoria está más abierta de lo que merecía, el Athletic puede irse orgulloso a casa. Porque la lección de fútbol que Bielsa le dio ayer a un cariacontecido Ferguson se recordará para siempre, pase lo que pase en la vuelta. Jugando así, los rojiblancos no deberían preocuparse. Por cierto, si Guardiola no renueva, el Barça debería mirar a Bilbao para sustituirle, aunque eso es otra historia. La historia la hizo ayer el Athletic, donde convirtió a unos diablos rojos en monjas de la caridad.  

Dani Medina

miércoles, 7 de marzo de 2012

Lo que los Oscar se llevaron y lo que dejaron


Pasan los años y pasan los Oscar. Los datos resultantes de la ceremonia número 84 engrosan ya los archivos referentes a estos premios tras el simbólico colofón a un año de cine 2011 pródigo, uno más, en altibajos: proyectos interesantes frente a otros vacíos, promesas y consolidaciones, desengaños y decepciones, reflexión y entretenimiento.

La gala del pasado 26 de febrero, última albergada por el Kodak Theatre a la espera de nueva sede a decidir en los próximos meses, resultó de una corrección casi ofensiva y deparó pocos momentos para el recuerdo. Los Oscar llevan varios años siendo una gala-trámite. Han perdido su esencia, ya no representan un espectáculo en sí mismos.

Como pudimos comprobar una vez más, el presentador tiene menos peso como conductor del evento; no se realizan performances, los actores que introducen los nominados van más directos al grano (arranques supuestamente espontáneos como el de Emma Stone antes del premio a efectos especiales se agradecen) y los vídeos-homenaje al cine que aportaban un punto de nostalgia a través de alardes de montaje cada vez resultan más repetitivos y lastran el conjunto.

Recuerdo cuando, hace años, uno se sentaba a ver la ceremonia sin saber por dónde le iban a salir, y al menos dos o tres grandes momentos se quedaban en el recuerdo. Las galas se hacían cortas. Eran una pura celebración del cine a la altura de los premios que se repartían. Ahora esto no se cuida ni parece tener importancia. Lo dicho, todo es trámite.

En 2008 con Hugh Jackman al frente se remontó un poco el vuelo, sacando mucho partido de la puesta en escena y con destacadas coreografías (al modo de un musical de Broadway). Un concepto que gustaría más o menos, pero que aportaba algo, una idea. Por desgracia, la tónica general durante la última década ha sido tremendamente gris.

Billy Crystal volvió a ser el maestro de ceremonias, su novena ocasión. Este actor ha sido, sin duda, el mejor encargado de llevar la batuta del show de todos los que yo he visto. Pero su fórmula parece ya agotada. Los habituales gags (colarse en las películas, cantar sobre las nominadas, adivinar los pensamientos de los asistentes...) suenan ya un poco fuera de lugar por falta de inspiración propia y de los guionistas de la gala.

La presencia de Crystal se celebró por los buenos recuerdos que nos ha dejado en tantas ocasiones más que por lo que puede aportar en la actualidad. Siendo razonables, parece que le ha llegado el momento de colgar los guantes. El tema es que, a simple vista, no suenan sustitutos de calidad disponibles. Al final se acabará designando a alguien entre prisas e improvisación a falta de garantías sólidas.


No hubo grandes sorpresas en el reparto de premios. El triunfo con 5 galardones para The artist y su máximo responsable, Michel Hazanavicius, supone un reconocimiento previsible pero agradable para buena parte del público al que esta película ha sorprendido gratamente.

Personalmente, no me molesta su victoria. Quizá no estemos ante un filme magistral, pero sí ante un proyecto valiente y un buen homenaje al cine. Es positivo que de vez en cuando se vuelva a la esencia del séptimo arte, y si el hecho de que la gente haya ido al cine a ver un filme mudo en blanco y negro ha contribuido a despertar su curiosidad por acercarse a los clásicos del género, habrá sido una excelente noticia. Aunque, me temo, tiene más pinta de tratarse de una moda pasajera.

Lo paradójico es que esta película haya sido premiada a diferencia de la mayoría de modelos en los que se inspira. Cantando bajo la lluvia no recibió ni un solo Oscar. El original de Ha nacido una estrella y sus distintas versiones pasaron sin pena ni gloria. Douglas Fairbanks, Chaplin o Keaton (que sirvieron de modelo al oscarizado Dujardin) jamás alzaron un premio de interpretación. Y sólo ha habido una película muda en la historia de estas galardones que venciera en la categoría principal. Fue Alas, de William A. Wellman, triunfadora en la primera edición.

No nos engañemos. Existe una realidad: los Oscar no pueden inventar nada. Se limitan a premiar lo más destacado de cada año, así que no son más que el reflejo y consecuencia de lo que las pantallas nos ofrecen a lo largo de 365 días.

Pero, en base a este argumento, sí que sería deseable alguna nota rompedora, algún riesgo en la configuración de las nominaciones. Pienso ahora mismo en una película como Shame, de Steve McQueen, actualmente en las salas españolas. ¿Por qué no ha sido reconocida? ¿Acaso por tratar asuntos incómodos: la soledad, la frustración, la incomunicación, la desangelada existencia del ciudadano medio en el siglo XXI? ¿Por centrarse en la vida de un adicto al sexo?

No puedo creer que una interpretación como la de su protagonista, Michael Fassbender, no sea elogiada y reivindicada por cualquier espectador del filme. ¿Qué más tiene que hacer alguien para ganarse el reconocimiento de un premio? La honestidad, entrega y gama de emociones que despliega el actor para hacer más próximo y humano a su personaje enfermo están más allá del elogio.

En la gala correspondiente a 2005, cuatro de las nominadas a mejor película eran Crash, Brokeback Mountain, Capote y Buenas noches, y buena suerte. La quinta era Munich que, a pesar de contar con un director 100% Hollywood y un gran estudio detrás, trataba un asunto espinoso y no de los de habitual consumo rápido. Temas como el crimen, el racismo, la homosexualidad, el abuso político y el terrorismo tuvieron una simbólica cabida en el escaparate más glamouroso del celuloide.

Aquella selección de títulos fue un ejemplo de otro tipo de cine con derecho a figurar no sólo por su calidad (que variará según los casos) sino, principalmente, por su riesgo. Pero tengo la sensación de que la mayoría de votantes no podrían consentir que ciertas películas figuraran negro sobre blanco como las grandes triunfadoras de todo un año de cine. Hay mucho de prefabricado y prejuicioso detrás de los Oscar.

Sobre el reparto de premios al que asistimos, y como excepción a lo previsto, sí que llamó la atención el triunfo de Millennium en la categoría de mejor montaje (segundo Oscar consecutivo para Kirk Baxter y Angus Wall, colaboradores de David Fincher) y, aunque en menor medida, el Oscar para Meryl Streep.


Éste fue el acontecimiento más aclamado de la noche, la celebración de la tercera estatuilla para esta actriz inconmensurable después de una espera casi obscena de 30 años. La dimensión del hecho en cuestión se basa en que, aparte de ser ya la intérprete más nominada de la historia (17 candidaturas), Streep ha igualado a Ingrid Bergman y está a sólo un premio de la intocable Katharine Hepburn.

La proeza, que tanto se había hecho esperar, vino acompañada de un emocionante discurso de la actriz, prueba palpable de una humildad nada impostada. Dedicó unas palabras a colaboradores que la habían acompañado en su travesía cinematográfica. Proclamó su cariño hacia los asistentes (compañeros de reparto en tantas ocasiones). Se mostró comprensiva ante la posibilidad de no volver a alzar un Oscar en lo que dure su carrera… Su mérito personal y la dimensión de su hazaña quedaron así en un segundo plano. En definitiva, humildad: el rasgo que convierte a los grandes en más grandes.

Pocas noticias más nos depararon los galardones. Importante reconocimiento a la calidad técnica de La invención de Hugo (cinco de ellos), pese a que uno (fotografía) sonó a robo hacia El árbol de la vida; Christopher Plummer, el actor más veterano en ganar hasta hoy; Nader y Simin, primer filme iraní que triunfa como película extranjera; y sin suerte para Chico y Rita y Alberto Iglesias. Todo esto precedido de la habitual frivolidad en la alfombra roja.

Esto son los Oscar. Para bien o para mal, ahí estaremos el año que viene para contarlo de nuevo.

domingo, 26 de febrero de 2012

Oscar 2011. Película del año


El análisis de los Oscar de este año llega a su fin echando un vistazo a la categoría suprema: la mejor película. En la presente edición ha variado la norma sobre las candidaturas en el apartado máximo. Después de volver a los 10 nominadas de antaño, ahora la Academia de Hollywood ha decidido que haya un baremo de entre 6 y 10 posibles aspirantes dependiendo del porcentaje de votos que reciban. De ahora en adelante, no sabremos el número de figurantes finales hasta el mismo día de las nominaciones.

Así pues, 2011 nos deja nueve cintas entre lo más destacado de la temporada. Vamos a intentar ordenarlas de más a menos respecto a sus opciones para alzarse con la estatuilla más codiciada de la noche.

- The artist.

La película que, seguramente, ha tenido un mayor calado emocional entre el público americano. Un homenaje al cine estadounidense. Con todo a favor en los premios de dirección, actor principal y varios técnicos. Si este filme francés, que ha igualado las 10 nominaciones de Tigre y dragón (récord para una película extranjera) no resulta el vencedor de la noche será una sorpresa mayúscula.

- La invención de Hugo.

Otro tributo a los orígenes del cine. Pero, en contraposición a The artist, Scorsese homenajea al cine francés ancestral en la figura de George Méliès, el creador de Viaje a la luna. Un filme en 3D de carácter infantil y nostálgico muy del gusto de los votantes. Es el más nominado del año (11 opciones). Presumiblemente, se alzará con varios Oscar menores. Si Scorsese consigue el galardón al mejor director, esto podría arrastrar a su película hacia lo más alto.

- Los descendientes.

Última obra del reputado Alexander Payne siete años después de Entre copas. Su probable premio al mejor guión adaptado puede resultar una espada de doble filo: o un respaldo que ayude a la película en las categorías más importantes o un galardón que sirva como compensación y única recompensa. Su corte moderno le perjudica frente a unas rivales más clásicas y cercanas a la mentalidad más conservadora de la institución organizadora.

- Midnight in Paris.

Cuatro nominaciones para lo último de Woody Allen, que nos viene a decir que no siempre los tiempos pasados fueron mejores. Un buen reparto de actores, la historia y su glamouroso escenario visten mucho, además de su presumible Oscar a guión original. Pero parece haber una sensación general de que el mejor Woody Allen ya ha pasado. Su inclusión en mejor película y director supone un reconocimiento puntual a un realizador al que los premios americanos han ido dando la espalda poco a poco.

- El árbol de la vida.

El prestigioso Terrence Malick, últimamente más activo en sus proyectos respecto a décadas anteriores, se alzó con la Palma de Oro en el Festival de Cannes por esta propuesta filosófica difícil de digerir para muchos. Desde el origen del universo al presente de una modesta familia americana, pasando por el futuro adulto de uno de los hijos hasta una playa en la que vagan las almas de los difuntos. Todo ello apoyado por unas imágenes deslumbrantes. Suena demasiado trascendental para el grueso de los rellenapapeletas.

- Caballo de batalla.

Spielberg enmarca su último trabajo, protagonizado por un caballo y su joven amo, en los cruentos tiempos de la Primera Guerra Mundial. Su realización siempre impecable parece chocar, esta vez, con una carga exagerada de buenos sentimientos y retazos melodramáticos. Al no figurar como director, sus opciones prácticamente se desvanecen.

- Moneyball.

Las películas que conjugan la ecuación beisbol+superación suelen ser igual a éxito garantizado en Estados Unidos. Al menos entre el público, en los Oscar no siempre. En el caso de Moneyball, sus nominaciones (seis) suenan ya a recompensa por culpa de la solidez de sus rivales por los premios. Tendría gracia ver a Brad Pitt ideando una estrategia y manejando estadísticas para buscar como hincarle el diente a sus contrarios y llevarse el Oscar. Pero no siempre le va a funcionar el apaño.

- Criadas y señoras.

Lo más destacable de este drama clasista es su reparto, y es ahí donde puede sacarle jugo a las estatuillas. La nominación a mejor película parece consecuencia de su buena taquilla en EEUU, pues en el fondo se trata de un trabajo que tampoco parece aportar nada nuevo a lo ya visto en filmes como Tomates verdes fritos y similares.

- Tan fuerte, tan cerca.

La novena en discordia se ha colado en la categoría de manera sorprendente. La explicación parece hallarse en los métodos promocionales del productor Scott Rudin, perro viejo en estas lides, y en la buena estrella del director Stephen Daldry que, aunque no es candidato esta vez como director (tras Billy Elliot, Las horas y El lector) tiene pinta de ser el yerno favorito de los académicos. Parece el típico filme al que le regalan la nominación (algo así como The blind side hace dos años). Y eso que pretendían evitar que se colaran este año filmes de dudosa valía...

En fin. Hasta aquí la cobertura dedicada a las nominaciones de los Oscar. Todo lo que pueda suceder esta noche escapa ya de nuestra manos. Ojalá haya sorpresas, emotividad, una gran puesta en escena y momentos divertidos de parte de Billy Crystal, el anfitrión por antonomasia.

Disfrutémoslo como se merece.

1.001 películas que hay que ver después de morir (XLIX): Game of death

Película: Game of death (Juego con la muerte)
Director:  Robert Clouse
Año: 1978
País: Hong Kong
Actores: Gig YoungColleen Camp, Dean Jagger y un poco de Bruce Lee
Género: Necrofilia cinematográfica


Argumento: Bruce Lee, el cadáver más sobado y sodomizado de la historia del cine, protagoniza únicamente 11 minutos descontextualizados de este bodrio. El resto del metraje es un miserable cortaypega de planos de distintos filmes de Lee, mientras un actorucho de tres al cuarto fracasa estrepitosamente intentando hacerse pasar por él, en una trama tan apasionante como verle crecer el pelo a un cespino.


Por qué hay que verla después de morir: Que no os engañe nadie. Esta película es un completa mierda, a la vez que un descojone de padre y muy señor mío, por mucho que intenten venderla como la quinta y última cinta protagonizada por Bruce Lee. Se trata de la bruceploitation por antonomasia, un vil ultraje y una excusa  lamentable para colarnos 11 minutos totalmente descontextualizados de otra película de Bruce Lee, que el mítico actor no pudo terminar debido a su repentina muerte. La cinta que nos ocupa merece nuestra atención por las mil y un descacharrantes maneras con las que intentan hacer creer al espectador que es el mismísimo Bruce Lee quien sale en pantalla, desde el uso de planos robados de otros filmes, pasando por cartulinas con la cara del actor, hasta llegar a la utilización de su AUTÉNTICO cadáver, en una acción criminal en toda regla.

Alicientes:
-Planos robados de otros filmes de Bruce Lee, pésimamente insertados en el montaje.
-Una cartulina con la cara de Lee, pegada con celo en un espejo, en lo que se trata de la solución más chapucera jamás empleada en la historia del cine para contar con un actor.
-Barbas y bigotes postizos, gafas de sol y lluvia constante, no sea que nos dé por fijarnos en la cara del impostor protagonista.
-Varios dobles de Bruce Lee, destacando entre ellos Tai Chung Kim, el que luego repetiría su papel de Lee en la no menos infame "Retroceder nunca, rendirse jamás".
-Unos "ingeniosos" títulos de crédito ambientados en un casino, por aquello del "juego" con la muerte. Qué agudo.
-No sólo Lee es víctima del "caradurismo" de los señores chinos. También se aprovechan de Chuck Norris, quien figura en los títulos de crédito, cuando sólo aparece dos minutos en todo el filme. Y esos dos minutos, sí, como habéis adivinado,  forman parte de una escena mangada de otra película, "El furor del dragón".
-El AUTÉNTICO cadáver de Bruce Lee. No sólo nos cuelan sin ningún sentido 11 minutos de una cinta suya inacabada, sino que además se atreven a meter escenas del verdadero funeral del intérprete, en las que la cámara se mete de lleno en el ataúd para mostrarnos su cuerpo incorrupto.
-Un villano de traca que no es más que un viejo calvo (Dean Jagger, que aparece también en "Alligator") absolutamente carente de carisma y que da vergüenza ajena.
-Un piso cualquiera del centro de Hong Kong que es la puerta a otra dimensión, ya que su interior es el de una pagoda de varias plantas.

Algunos momentos para el recuerdo:
-En la escena cumbre del filme, al protagonista le meten un tiro en la cara (de una manera imposible, pero no entremos en detalles), para que luego se haga la cirugía estética. La mejor manera de justificar el empleo de un actor que se parece tanto a Bruce Lee como los lectores que perdéis vuestro tiempo leyendo esto.

Nivel de descojonación (de 1 a 5): * * * *


Oscar 2011. Los directores.



Esta categoría destaca por tres pesos pesados como son Martin Scorsese, Woody Allen y Terrence Malick. No obstante, ninguno de los tres son favoritos para llevarse el Oscar, ya que todo apunta a que será Michel Hanazavicius por "The Artist". Que la película francesa será la gran triunfadora de la noche es algo que nadie duda, pero cuidado con estos premios, que a veces nos traen sorpresas.

Comencemos a analizar a los nominados:

Woody Allen: Si se llevara la estatuilla, para empezar no la recogería, porque ya se sabe, estará tocanco el clarinete en algún club de jazz neoyorquino. Es poco probable que gane el Oscar con "Midnight in Paris", donde puede que tenga más posibilidades en guión original. Este genio indiscutible del séptimo arte que dirige, actúa y escribe de forma brillante ya sabe lo que es ganar un Osacar en este apartado. En 1978 ganó por "Annie Hall" tanto en dirección como en guión, y en 1987 volvería a ganar como mejor guionista por "Hannah y sus hermanas". Este premio suele acompañar a la ganadora a mejor película, donde ya decíamos que "Midnight in Paris" no tiene ni la más mínima posibilidad, por lo que Allen hace bien quedándose en NY.

Michel Hanazavicius: Primera nominación para este realizador francés, que no para de acumular premios con su aclamada "The Artist". El gran favorito de la noche, sin ninguna duda. Su película, por si alguien aún no lo sabe, es muda y rodada en blanco y negro. Muy lejos de los estándares de las películas de Hollywood, y quizás por eso, esté gustando y sorprendiendo tanto. Lo normal es que premien la valentía de rodar, en pleno siglo XXI, donde el 3D y los efectos visuales son los protagonistas de los filmes, una cinta pequeña y con una historia sencilla. Por si fuera poco, tiene a los Weinstein detrás, expertos en hacer campañas de lo más agresivas para que sus filmes copen el mayor número de estatuillas.

Terrence Malick: Este poco prolífico director vueleve a entusiasmar a la crítica con "El árbol de la vida", una película que en el público provoca una gran cantidad de opiniones, desde "es una obra maestra" a "es el mayor coñazo que he visto en mi vida". Así es Malick, un realizador que hace sus filmes (pocos, por cierto), como le da la gana y con libertad creativa absoluta. Triunfador en Cannes por este retrato de la vida, y sobre todo de la infancia, su conocido "miedo" a los focos hace poco probable que esté en el patio de butacas cuando lean su nombre entre los nominados. Sus posibilidades son escasas, pese a ser de esos directores que si no recibe el Oscar algún día, se oirá eso de "como no premiaron a Malick". Parece que "El árbol de la vida" deberá contentarse con premios "menores" como el de fotografía, que es magistral, por cierto.

Alexander Payne: Este realizador, nacido en Nebraska, ya sabe lo que es estar nominado, por ese tostón llamado "Entre Copas". Esta vez se redime con la más que recomendable "Los Descendientes" una dramedia sobre el matrimonio, la paternidad y en fin, sobre las relaciones humanas. Director sobrio y sin alardes, de esos que ponen la cámara donde hay que ponerla sin buscar el plano original ni hacer virguerías visuales. Su película es la otra gran favorita, y quién sabe, quizás los de la Academia pasen de los franceses y apuesten por una cinta patria. Sus posibilidades son pequeñas, pero si puede haber una sorpresa en este apartado, sin duda llevaría su nombre.

Martin Scorsese: Otro de los grandes del cine, al que no le es ajeno eso de estar nominado a mejor director. Sin embargo, sólo lo ha ganado una vez por la sensacional "Infiltrados", que es cierto, es una peli menor en su increíble filmografía. En esta ocasión, el neoyorquino opta al premio por "La invención de Hugo" una película de fanatasía para todos los públicos, y un homenaje a su amado cine. Rodada en 3D y repleta de efectos generados por ordenador, parece que Scorsese se ha alejado de sus temas habituales, lo que también demuetra la inquietud de este talento cinematográfico. La película está gustando aunque sin demasiada algarabía, pero visualmente es espectacular, y quizás los académicos voten al amigo Marty, que merece más del mísero Oscar que tiene en la estantería de casa.

Esta noche, por fin, sabremos el nombre del ganador en una categoría que para los medios siempre pasa desapercibida en favor de los galardones de interpretación, pero que después de mejor película es el Oscar más importante.

sábado, 25 de febrero de 2012

Oscar 2011. Los actores


El salto en el análisis hacia los premios principales alcanza la parte más reconocible de las películas: los intérpretes. Ellos son la cara visible de las emociones, los sufridos encargados de mostrar al espectador todo el catálogo de comportamientos y sentimientos humanos con el fin de transmitir las ideas del guionista y el director en cuestión. Cargan con el peso de la acción buscando empatizar con el ciudadano medio para lograr que algo quede en el subconsciente: una idea, una sensación, un poso.

Es en su versatilidad y saber hacer donde se halla la diferencia entre los grandes actores y los loritos recitadores, aquellos que necesitan poco para transmitir lo más hondo o los que, por falta de recursos y control, se lanzan a la sobreactuación. A ambos extremos se sitúan los que interpretan (como decía el crítico Ángel Fernández-Santos) "a cara lavada" y otros que se camuflan y se plantan ante "una cámara mentirosa".

Las cuatro categorías que nos ocupan, pese a estar más apretadas de lo habitual en líneas generales, han perfilado una serie de duelos tête à tête ciertamente estimulantes.

* Artista vs. descendiente:

Los dos ganadores de los recientes Globos de Oro, George Clooney (en drama) y el francés Jean Dujardin (en comedia/musical) llegan emparejados en la lucha por el Oscar al mejor actor de esta temporada. Si bien Brad Pitt (Moneyball) encabezaba las apuestas tras darse a conocer los premios de la crítica americana en diciembre, la sucesión de galardones posteriores ha decantado, claramente, el dúo que más opciones tiene de hacerse con la estatuilla.

Dujardin consigue ganarse al espectador en The artist con su carisma y sonrisas, y además logra embaucarle en el drama de su personaje, un actor de cine mudo apartado tras la llegada del sonoro, en los momentos más crudos y sufridos del mismo. Podría decirse que es el favorito, ya que ha ganado el premio del Sindicato de Actores, que es un baremo importante, y su película parece contar con más respaldo en los premios absolutos. Sólo le puede perjudicar no ser americano.

Clooney lo tendría todo para ganar si no fuera por el huracán Dujardin. Su progresión y madurez como actor (ya evidenciados en Up in the air) y su gran criterio en la elección de proyectos han quedado patentes en los últimos años. En Los descendientes realiza un gran trabajo mostrando todas las caras de un padre apurado y traicionado. Y, al fin y al cabo, es una estrella cuyo triunfo reconfortaría a mucha gente. Pero el problema, además, es otro: ya ganó en 2005 como secundario por Syriana.

Pitt sería, seguramente, el ocupante del tercer escalón del podium, ya que Gary Oldman por El topo y el mejicano Demián Bichir por A better life se han colado, un poco, de forma inesperada. Algunos amantes del cine han denunciado las ausencias, flagrantes para muchos, de Michael Fassbender (Shame), Leonardo DiCaprio (J. Edgar) y Ryan Gosling (Drive).

* Maestra vs. alumna:

La actriz por antonomasia de los Oscar, la multinominada (aunque no tan galardonada) Meryl Streep aseguró recientemente en el preludio de una entrega de premios que este iba a ser el año de Viola Davis. Seguramente, lo hizo sin saber que la mayoría de las distinciones en esta categoría le iban a llover a ella misma (premios de la crítica, Globo de Oro, Bafta) y puede que ahora no lo tenga tan claro. Pero, ¿por qué lo dijo?

Al parecer Streep quedó impresionada tras rodar La duda junto a Davis. En una intervención de apenas 10 minutos, la afromericana fue capaz de robarle el protagonismo ganándose con ello una nominación como actriz de reparto en aquel año 2008 (edición en la que presenciamos la victoria de Penélope Cruz). A la 17 veces nominada le dejó impactada aquello, y desde entonces ambas se han cruzado elogios mutuos ante el micrófono cual mentora y alumna aventajada.

Sensaciones: Streep tiene que ganar su tercer Oscar de una vez y será más pronto que tarde. Pero, ojo: me da que esta vez tampoco. El Sindicato de Actores condecoró a Viola Davis por Criadas y señoras, lo cual pesa mucho; el gran trabajo de las actrices de este filme parece merecer un respaldo y, quizá, no sea el papel más propicio (una líder extranjera en una cinta muy irregular) para dar a Meryl el baño de masas que merece. Aunque creo, con sinceridad, que éste el premio más apretado de todos los principales a concurso.

El resto de aspirantes-figurantes son Glenn Close por Albert Nobbs (se le debe el Oscar, pero las críticas han sido tibias), Rooney Mara por Millenium (papel bien resuelto, aunque aún es joven y poco conocida para triunfar) y la que se presupone tercera en discordia por el galardón: Michelle Williams, que ha dado vida a un icono del tamaño de Marilyn Monroe y que suma ya tres nominaciones en seis años. Si no fuera por lo explicado más arriba, sería una ganadora de catálogo hollywoodiense.

* Maduro vs. veterano:

La categoría de actor de reparto viene este año marcada por la veteranía. Tan sólo Jonah Hill (Moneyball) altera en cierta medida este patrón, pues se trata del aspirante más joven y que, a diferencia de sus compañeros nominados, nunca antes fue candidato al Oscar.

El favorito a levantarse de la silla y abrocharse la chaqueta es el gran Christopher Plummer, que en Beginners ofrece una interpretación conmovodera. Su prolífica carrera, cuyo primer éxito llegó dando vida al varón Von Trap de Sonrisas y lágrimas y que siguió con grandes títulos (El hombre que pudo reinar) y otros más recientes como Eclipse total, Doce monos, El dilema, Una mente maravillosa o La última estación (su primera nominación) requiere ya el reconocimiento que este mítico secundario merece.

Pero, hete aquí aparece un actor de perfil similar: el sueco Max von Sydow. Tan similar que comparten edad (82 años), no tiene Oscar (sólo una nominación anterior) y compone una interpretación del mismo corte que Plummer en el drama Tan fuerte, tan cerca. A diferencia del primero, Sydow no cuenta con premios de la crítica en las últimas semanas. Pero su empuje final e inesperado podría llevarle a lo más alto. Y a nadie debería extrañarle.

Nick Nolte también luce canas en Warrior (su tercera candidatura tras El príncipe de las mareas y Aflicción), mientras que Kenneth Branagh ha reaparecido tras años de altibajos transformándose en otro actor-director shakespeariano de pro, Laurence Olivier, en Mi semana con Marilyn.

Esto es cine. Cuando, llegados a una edad, muchos trabajadores de otros ámbitos han colgado los guantes, aquí otros esperan a recoger sus frutos tras sembrar durante décadas de plena dedicación a la actuación.

* Criada vs. señora:

El drama sureño sesentero del director Tate Taylor presume de contar con un plantel de grandes actrices, algunas consolidades y otras importantes promesas: Viola Davis, Sissy Spacek, Bryce Dallas Howard, Emma Stone y las aspirantes al premio a la mejor actriz de reparto: Jessica Chastain y Octavia Spencer.

Este Oscar tenía pinta de estar reservado para esta película. La gran incógnita era saber, en concreto, para quién. Si bien Jessica Chastain se ha convertido en la secundaria del año (gracias a su participación en El árbol de la vida, La deuda, Take shelter y Coriolanus), la afroamericana Spencer ha tomado ventaja gracias a su papel de sirvienta, más lucido que el de Chastain, por el que ha acumulado un buen número de premios que la sitúan como favorita en la categoría.

La argentina Bérénice Bejo, pareja de Jean Dujardin en The artist y de Michel Hazanavicius en la vida real, se ha colado en la categoría (por esto de las campañas promocionales) cuando, claramente, su papel en el filme es más protagonista que secundario. Tiene algunas opciones de ganar en contraposición a Janet McTeer (Albert Nobbs) y Melissa McCarthy (La boda de mi mejor amiga), que se quedan en meras comparsas del duelo principal.

En definitiva, nos espera una contienda apasionante en el apartado interpretativo. Ojalá en todas las ceremonias llegaran las cosas tan apretadas como en este año de producción 2011.